top of page
  • Foto del escritorBlanca

CRÍTICA DE CINE: LUNA NUEVA (1940)

Uno de tantos clichés en la búsqueda de respuestas a la decadencia moral de nuestra sociedad se basa en la supuestamente novedosa bajeza ética de los medios de comunicación. La tesis central del discurso parece ser que la corrupción, la mentira y el sensacionalismo son un producto del siglo XXI y que, como pasa cuando se habla alegremente de cine, cualquier tiempo pasado fue mejor.


Como si quisiera desmentir dicha concepción, Howard Hawk presenta Luna Nueva, una alegoría contra el cinismo periodístico que ya reinaba en los 40, envuelto en el disfraz inocente del género de la comedia hollywoodiense. No solo se critica la manipulación periodística, sino que también se hace una crítica feroz a la justicia y a todo el entramado policial y político. De esta manera, Hawk da profundidad a un género que tiende a la superficialidad temática.


El director nos introduce en una redacción mediante un travelling lateral que nos muestra el ambiente de estrés laboral del Morning Post. Así nos contagia ya desde un principio el ritmo vertiginoso que impregnará todo el metraje. Cuando acabamos de ver la película, casi da la sensación de que pensamos, gesticulamos y hablamos más rápido.


Por otro lado, con sus diálogos trepidantes y atrevidos, Luna Nueva, cuyo título original es His Girl Friday, es la prueba fehaciente de que la comedia inteligente es posible. El guión de Charles Lederer y Ben Hecht es, sin duda alguna, el elemento estrella de la película, y es que su director era muy consciente de su importancia: "Soy tan cobarde que hasta que no tengo un buen guionista no quiero hacer una película", decía Hawk. Las conversaciones ágiles, repletas de respuestas sagaces y un tono irónico que no deja indiferente, acaba resultando en un caos genuinamente hilarante.


La velocidad supersónica a la que hablan los actores va en consonancia con la cadencia endiablada que ya va inherente a la profesión del periodista. Una de las características más relevantes de la película es precisamente ese atletismo verbal, que no decae en todo el transcurso del metraje y que aporta frescura a un filme cuya narrativa es moderna para la época.


Pese a partir a priori de una historia sencilla, la película se nutre de un guión electrificante y de las actuaciones virtuosas de Cary Grant y Rosalind Russell, que llenan la gran pantalla con una naturalidad innata. La presentación de los personajes es franca y directa. Por su parte, el reparto de secundarios no tiene nada que envidiar a los protagonistas. Las intervenciones de Gene Lockhart, Abner Biberman, Billy Gilbert o Porter Hall oxigenan el plano sin que la escena pierda dinamismo.


A mi parecer, los grandes filmes no se caracterizan por tramas complicadas ni presupuestos desorbitados, sino por el papel diferencial de los actores secundarios, y esto hace de Luna Nueva una obra maestra del séptimo arte.


Hildy Johnson: «Si me quieres has de quererme como soy, no intentar cambiarme por otra cosa. No soy una mujer como las demás, soy una periodista».
4 visualizaciones0 comentarios
bottom of page